Nos quedó claro que no es una enfermedad ni un trastorno, sino una condición particular, con base neurológica y biológica, que determina la forma de expresarse oralmente de algunas personas.
Viendo lo que Zoe nos contó y la forma como ella lo vive cada día a nuestro lado, nos quedó claro que la tartamudez no es un enemigo contra el que hay que luchar, sino una situación que hay que aceptar y con la que hay que aprender a convivir. La felicidad y la alegría que Zoe nos transmite en su comunicación diaria es una prueba de todo ello. Gracias, Zoe.